domingo, 8 de abril de 2007

Qui non si vince, ma si trionfa


El condado de Flandes se creó al final del siglo IX. Después de caer en manos de los valones en el siglo XII, a finales del siglo XIV fue a parar a manos de los franceses, y en 1477 el condado pasó a pertenecer a la poderosa dinastía austroespañola de los Habsburgo. Años más tarde sería Fernando I el que se apoderará de los terrenos de Flandes, regalados éstos por su hermano Carlos I de España (hijo de Juana la Loca y Felipe el Hermoso y principal descendiente de la dinastía Habsburgo). En 1659, y con la firma del Tratado de Artois, la parte occidental de Flandes volvía a manos de Francia.


Tres siglos y medio después, y con la región de Flandes dominada por el Rey León Tom I Boonen (sucesor de Johan I Museeuw), los italianos se preparaban para el asalto de la región de Friande. Encabezados por el capitán Bettini, aun renqueante de las últimas batallas en tierras flandriens, con el segundo capitán Filippo Pozatto (artifice de la conquista de Het Volk por parte de Italia) como segundo espada, la guardia italiana planeaba la conquista de Flandes. La batalla fue menos cruel de lo que se esperaba, y el número de víctimas fue muy bajo. El soldado Luca Paolini (del batallón de la segunda línea) era herido cerca del Paterberg. Pero armado de valor y fuerza, pudo recuperarse para integrarse en el grueso del batallón que iba a disputar la guerra. Con el capitán suizo, Fabian Cancellara, como único atrevido a plantar cara al rey de los flamencos, llegábamos al escenario final, donde se iba a decidir gran parte de la guerra, la catedral del Muur Kapelmuur (Grammont en francés), lugar donde el Rey Tom I había inclinado la guerra a su favor en otras ocasiones.




Y alli se desató la batalla final. El rey flamenco asestó un duro golpe al capitán italiano Bettini, y a su mano derecha, Pozatto. Italia parecía que iba a perder otra vez en la guerra por la conquista de Flandes. Pero entonces apareció el soldado Alessandro Ballan, líder del primer batallón, y tercera arma italiana después de los dos capitanes. En un acto de heroicidad, dejó herido de muerte al gran rey flamenco Tom I, el cual no se pudo recuperar ya en toda la lucha. Parecía que la victoria italiana estaba cantada. Pero entonces el que hizo acto de presencia fue Leif Hoste, segunda cabeza de los flamencos, que al ver a su rey herido de muerte, contrarestó el ataque del soldado Ballan para unirse a él en lo que sería la batalla final.

Con el Bosberg como otro escenario para dilucidar el vencedor, ninguno de los dos soldados atacó al otro. Juntos se aproximaban hacia Meerbeke, lugar donde terminaría la batalla, en la región de Flandes Oriental. Por fin se iba a decidir todo. Leif aspiraba a recoger el trono del derrocado Tom I, y Alessandro quería ser el que devolviera a Italia el dominio del condado de Flandes. En un ataque genial del flamenco, el italiano quedaba herido. Pero como buen italiano, no había dicho su última palabra. Consiguió sobreponerse a las heridas y asestó el golpe definitivo al flamenco Leif, consiguiendo así la victoria, y la conquista de Flandes para Italia.


El soldado Alessandro Ballan, de la primera línea del batallón italiano, era coronado nuevo rey de Fiandre. Acababa de nacer Alessandro I. La batalla por el condado flandrien terminaba con el soldado Paolini acompañando en la victoria a Alessandro I, en una demostración de pundonor del comandante de la segunda línea del batallón. El derrocado rey Tom I yacía en Meerbeke después de haber sufrido semejante afrenta. Ballan hacía más grande la leyenda de De Ronde para Italia. Y es que, como dicen en Italia, en De Ronde no se gana, sino que se triunfa (qui non si vince, ma si trionfa).

Xaby

4 comentarios:

Masten dijo...

En el post de hoy sólo he hablado del transcurso de la carrera. No me parecía idóneo meter en semejante historia mi valoración personal de la carrera. Mañana escribiré mis impresiones, que no son muy buenas que digamos.

Unknown dijo...

Esperaré hasta mañana yo también. Original artículo Javi ;).

avenida dijo...

Jajaja, estaba genial esta crónica de la guerra de Flandes. Muy original como dice Alban. La verdad que la carrera ha sido como la Primavera, hasta el Muur, nada, excepto el ataque de Cancellara...Demasiados corredores han aguantado. ¿No crees que los españoles podían haber rememorado aquellos siglos de los Austria, estando al menos cerca de la reconquista de Flandes?
Mañana te leeremos de nuevo crack, sigue así;)

Anónimo dijo...

He leido todas tus entradas, pero esta es demasiado buena.